miércoles, 12 de junio de 2019

Borrasca


Que fácil rendirse cuando el viento va en contra.
Cuando nada disminuye, el cielo se acorta.
El agua quema, el fuego se agota.
Y cierras los ojos, pidiendo que acabe.
Y que el sentir no sea más que una marea alta.
Pero las olas no cesan.
Y los cielos se desgarran.
Quedando solo la espera.
Siempre en medio de la tormenta.
En la que nunca eres vencedor.
La bandera blanca esta alta.
Pero no así el corazón.

domingo, 14 de abril de 2019

Guerra

En sus ojos no estaba el cielo pero si la tierra.
Había firmeza y dulzura, realismo y magia.
Estaban marcados los sueños sin nombre.
Y las penas que herían el alma.

Coexistían miles de intentos realizados.
La gloria y la angustia de ser siempre más.
Aunque desde un principio fue suficiente.
Desde siempre iluminando tan solo con estar.

Una victoria nunca desmerecía las derrotas.
Por mucho que la marea siempre se alzase.
La paz es frágil, rendirse no era debilidad.
Más la reina nunca caerá, ni en una batalla solitaria.
Porque en ella hay más fuerza que en mil caballeros.
Pues en sus manos está su destino.
Aún marcado por el verdor, aún envuelto en anhelo.
Plasmado en las huellas que ha dejado.
Que ninguna espada podrá jamás vejar.

Calma


Donde yace lo inevitable se hila la esperanza.
Una hecha en piedra, la otra es fino algodón.
Es la primera indestructible, la segunda tan solo un cobertor.

Allí el soñador se pregunta si el tiempo sanará.
Mientras el realismo con su cincel labra sobre sangre.
No hay novedades, no hay escape.
Una telaraña hecha pensamiento sin arte.

Y la vida no se detiene.
El tiempo no perdona.
Fuego consumado a cenizas.
Siempre detrás con una historia.

sábado, 26 de enero de 2019

Paciencia



Ver más allá de lo existente.
Del viento helado, del sol ardiente.
¿Podría preguntarles cuando vuelves?

Se ve lejano, quizás nunca llegue.
Dentro del silencio siempre estarás presente.
Más la intriga persiste con ansías.
De que regreses, y esta vez te quedes.

Tal vez mi voz nunca sea suficiente.
Quizás nunca sabre que esperas de mi.
Pero en esta lucha continua, si algo puedo asegurar.
Es que todo deja de tener sentido cuando no estás.

jueves, 28 de junio de 2018

Pedir demasiado

A ella le gustaba el mar.

¿Razones? No existía ninguna en específico, sólo era consciente de que le encantaba, podría observarlo desde su balcón como cada mañana y aún así maravillarse ante cada pequeña cosa que tenía que ofrecer. Quizás, de este ser un mundo distinto, podría adueñarse de el.

A las chicas se les tenía prohibido aspirar a más, una chica no podía controlar, una chica no era el poder, no era la gobernante, no resultaba el foco de mando, más ese pensamiento resultaba constantemente sacudido ante su propio ímpetu: Quería hacerlo suyo, dibujar sobre las olas, remarcar en ellas las más divertidas formas, volver de la bruma su propia almohada, hacer de los coloridos peces sus mejores amigos, no necesitar nunca más de la tierra firme: nadar, nadar y nadar...

Que el sol solo fuese un reflejo del firmamento sobre la superficie, y no pudiese tocarla nunca más.

Volver del calor su propio motor, dejar que todos bajo su reinado, o tiranía, no fuesen capaces de hacer planes: Que fuera la corriente su único motor, no saber jamás cual sería su destino, pero que este siempre resultase único, mágico, y de provecho.

¿Por qué todos se fascinaban tanto con el cielo? Este es de muy difícil acceso, no obstante, incluso con la cercanía de los cuerpos terrestres al mar, para la gran mayoría seguía siendo un misterio, una muestra de la cobardía inherente al humano; que nadie quería llegar a lo que se encontraba más cercano, pues temía no ser capaz de escapar a sus consecuencias.

El firmamento en cambio, nunca cobraría venganza.

Quizás eso pensaban todos aquellos "locos" que se atrevieron, no importaba, en cualquier momento, al liberar sus cadenas, se convertiría en una de ellos.
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